El Concilio de Avignon y la condena de las corporaciones de constructores

 


El 18 de abril de 1326, el Concilio de Avignon, presidido por el papa Juan XXII, emitió un canon que condenaba a las corporaciones de constructores. El canon, que se conoce como el Canon XXXVII, decía lo siguiente:

“Quedan prohibidas todas las asociaciones de constructores que se reúnen una vez al año, obligándose por juramento a la caridad y al respeto mutuo, vistiéndose con el mismo atuendo y teniendo señales de reconocimiento características. Tales asociaciones son contrarias a la ley divina y eclesiástica, y todos los que las promuevan o participen en ellas serán castigados con la excomunión.”

El Concilio de Avignon fue un concilio ecuménico de la Iglesia Católica Romana que se celebró en Avignon, Francia, entre 1309 y 1378. El canon que condenaba a las corporaciones de constructores fue uno de los últimos actos del Concilio.

La condena del Concilio de Avignon fue un golpe importante para las corporaciones de constructores. Las corporaciones eran organizaciones gremiales que agrupaban a los trabajadores de la construcción. Se reunían regularmente para discutir cuestiones relacionadas con su trabajo, y tenían sus propios códigos de conducta y rituales.

La condena del Concilio de Avignon se basaba en varios motivos. En primer lugar, el Concilio consideraba que las corporaciones eran una amenaza para la autoridad de la Iglesia. Las corporaciones tenían sus propios rituales y símbolos, que el Concilio consideraba que eran supersticiosos.

En segundo lugar, el Concilio consideraba que las corporaciones eran una amenaza para la paz social. Las corporaciones a menudo estaban involucradas en disputas laborales, y el Concilio temía que pudieran provocar disturbios.

En tercer lugar, el Concilio consideraba que las corporaciones eran una amenaza para la fe cristiana. El Concilio creía que los rituales y símbolos de las corporaciones eran contrarios a la enseñanza de la Iglesia.

La condena del Concilio de Avignon tuvo un impacto duradero en las corporaciones de constructores. Muchas corporaciones fueron disueltas, y otras se vieron obligadas a cambiar sus prácticas.

Sin embargo, la condena del Concilio de Avignon no fue un golpe fatal para las corporaciones de constructores. Las corporaciones continuaron existiendo, y en algunos casos incluso prosperaron.

En el caso de las corporaciones de constructores de Inglaterra, la condena del Concilio de Avignon llevó a la creación de las primeras logias masónicas. Las logias masónicas eran organizaciones secretas que adoptaron los rituales y símbolos de las corporaciones de constructores.

Las logias masónicas continuaron creciendo y prosperando en los siglos siguientes. Hoy en día, la masonería es una organización fraternal internacional que cuenta con millones de miembros en todo el mundo.

La influencia del Concilio de Avignon en la masonería

La condena del Concilio de Avignon tuvo una influencia significativa en la historia de la masonería. La condena llevó a la creación de las primeras logias masónicas, que adoptaron los rituales y símbolos de las corporaciones de constructores.

Los rituales y símbolos de las corporaciones de constructores, que fueron condenados por el Concilio de Avignon, siguen siendo utilizados por las logias masónicas en la actualidad. Estos rituales y símbolos son un recordatorio de la herencia de las corporaciones de constructores, y de la influencia que el Concilio de Avignon tuvo en la historia de la masonería.

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