El Cardenal Ferro, el masón perseguido

 


El 14 de enero de 1739, el Cardenal Fabrizio Spada Ferro, por orden del Papa Clemente XII, emitió un violento edicto intimidando a los masones con la posibilidad de la pena de muerte, confiscación de sus bienes y total exclusión de futuras gracias o perdón.

Este edicto fue un punto de inflexión en la historia de la masonería, ya que marcó el inicio de una persecución sistemática de la Orden por parte de la Iglesia Católica.

Fabrizio Spada Ferro nació en Roma en 1668. Fue un hombre culto y erudito, que ocupó importantes cargos eclesiásticos, entre ellos el de Cardenal Secretario de Estado.

Spada Ferro era un ferviente defensor de la Iglesia Católica, y consideraba a la masonería como una amenaza para la fe y la autoridad de la Iglesia. En su edicto, acusaba a los masones de ser enemigos de la religión, de la moral y del orden social.

El edicto de Spada Ferro tuvo un gran impacto en la masonería italiana. Muchos masones fueron encarcelados, torturados o ejecutados. Otros se vieron obligados a abandonar la Orden o a ocultar su afiliación.

El edicto también tuvo un impacto internacional. La Iglesia Católica extendió la persecución de la masonería a otros países, lo que provocó una reacción de los masones, que comenzaron a organizarse para defender sus derechos.

Fabrizio Spada Ferro murió en Roma en 1757. Su edicto marcó un capítulo oscuro en la historia de la masonería, pero también fue un factor que impulsó el crecimiento y la consolidación de la Orden.

La persecución de los masones

La persecución de los masones por parte de la Iglesia Católica se prolongó durante siglos. En 1751, el Papa Benedicto XIV emitió una bula en la que declaraba a la masonería una sociedad secreta y herética.

En 1821, el Papa Pío VII emitió una encíclica en la que reafirmaba la condena de la masonería.

En 1873, el Papa Pío IX emitió una nueva bula en la que declaraba a la masonería una sociedad “diabólica”.

La persecución de los masones por parte de la Iglesia Católica no se limitó a Europa. En América, también hubo casos de masones que fueron perseguidos y encarcelados.

En Estados Unidos, por ejemplo, el Presidente Andrew Jackson firmó una ley en 1834 que prohibía la masonería en el Distrito de Columbia.

La persecución de los masones por parte de la Iglesia Católica comenzó a disminuir en el siglo XX. En 1965, el Concilio Vaticano II aprobó la Declaración Nostra Aetate, que reconoce el valor de las otras religiones y pide el respeto a la libertad religiosa.

En la actualidad, la Iglesia Católica sigue considerando a la masonería como una sociedad secreta, pero no la condena de forma explícita.




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